miércoles, 24 de septiembre de 2008
Tarot

jueves, 18 de septiembre de 2008
Eloísa

Habla de sus hijos presos y de los que están por caer, habla de su nieto Emanuel, al que ha logrado sacar de la droga y ahora está haciendo un curso de electricista. Lo exhibe con orgullo, como un trofeo ganado al sistema que le arrebató a los demás. Emanuel se sienta en la cama y comparte el mate con nosotros, ya que la cama es también parte de la cocina. Me muestra un libro evangelista que está leyendo, me dice que no quiere volver al "belgrano". A Eloísa se le nublan los ojos contando el día en que Emanuel salió libre, acaricia una imagen de la virgen de luján, y enseguida se seca las lágrimas y se pone a limpiar la mesa, disimulando una oración silenciosa, antes de cambiar de tema.
domingo, 14 de septiembre de 2008
Duaca+Blog Porteño #3

Festivales: Del 15 al 19 del corriente se realizará en el domicilio de quien les habla el 1 Festival Internacional de la "Media que falta". Medias sin par, huérfanas y abandonadas, de distintas épocas y orígenes serán exhibidas y rematadas por la organización con el fin solidario de sacárselas de encima. Entrada un alimento no perecedero o cigarrillos para intercambiar por protección.
Efemérides: Un día como hoy, pero en 1812, Napoléon, entraba a Moscú durante su invasión a Rusia, con un sólo guante y la otra mano congelada dentro de su saco.
Cantar Popular: Le pregunté si era chorra o rockera/ Me dijo “Gertrude Stein era re-tortillera"/.
Imprudencia: Poner un disco de Perales y abrir la ventana para que el viento se lo lleve a ella en su terraza.
Saudade: Las figuritas Basuritas ya no se consiguen en ningún kiosko.
Lo importante: No bañarse nunca dos veces en el mismo río.
Efemérides: Un día como hoy, pero en 1812, Napoléon, entraba a Moscú durante su invasión a Rusia, con un sólo guante y la otra mano congelada dentro de su saco.
Cantar Popular: Le pregunté si era chorra o rockera/ Me dijo “Gertrude Stein era re-tortillera"/.
Imprudencia: Poner un disco de Perales y abrir la ventana para que el viento se lo lleve a ella en su terraza.
Saudade: Las figuritas Basuritas ya no se consiguen en ningún kiosko.
Lo importante: No bañarse nunca dos veces en el mismo río.
Cinéfilo y Peronista
Mi amigo Patricio acaba de estrenar otra de sus genialidades. Les recomiendo pasar semanalmente por Cinéfilo y Peronista, su nuevo blog de cine y variedades. El link está acá al costado, y su humor agudo e ingenioso, pero sobre todo absurdo y pequeñamente bizarro hará las delicias de sus lectores.
domingo, 7 de septiembre de 2008
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Fábula de los tres alpinos o como Volver sin cantar tangos
Eran tres alpinos que volvía de la guerra. Astor, el mayor, soñaba con conocer a Darín y refundar juntos el Luna de Avellaneda. Astor no tenía televisión por cable.
Warsteiner, el del medio, quería ir a Amsterdam a comer hongos alucinógenos y sacar fotos torcidas para impresionar a todos en la oficina.
Warsteiner, el del medio, quería ir a Amsterdam a comer hongos alucinógenos y sacar fotos torcidas para impresionar a todos en la oficina.
El más chiquito llevaba un ramo de flores. Sus compañeros, pragmáticos y experimentados le dijeron que ella seguramente había conseguido alguien que le cambie las bombillas de luz durante su ausencia, pero El más chiquitito respondía que jamás en su vida había cambiado una bombilla de luz y que le importaba un cuerno ella si lo había cambiado por un electricista matriculado.
Ella tejía y destejía el crochet de unas revistas Burma que le había traído su abuela, sin saber que así se iba arrugando cada día, y que la fila de pretendientes en la puerta era cada vez más corta. Sus amigas le decían que tenía que salir más, que tenía que olvidarse de El más chiquitito, pero ella no quería saber nada. Ni con sus amigas, ni con nadie. A decir verdad ya no esperaba a El más chiquitito, como tampoco esperaba nada de la vida. Dejaba caer los ovillos sobre sus pies empantuflados y miraba Vh1. Ella sí tenía cable, pero no le andaba el control remoto.
Astor cantaba bien y le decía a El más chiquitito que tenían que armar una banda de música country y mudarse a Nebraska. Warsteimer le decía que se olvidara de todo y que se armara uno. El más chiquitito apretaba en su mano las flores que se iban marchitando y caminaba en silencio. A veces silbaba, a veces fumaba colillas de cigarrillo que encontraba por el camino.
Ella un día dijo basta para mí basta para todos y largó el crochet y se dedicó a viajar por el mundo, cansada de esperar y de tejer chalequitos de lana.
El más chiquitito golpeó su puerta con las flores chamuscadas y nadie le abrió. Sentado en el umbral de la puerta, prendió su última colilla y dejó las flores apoyadas en la pared. Astor, que venía un poco detrás empezó con que yo te dije, y Warsteimer más atrás flasheaba que era Berugo Carámbula y gritaba Alcoyana-Alcoyana.
El más chiquitito dijo que ya sabía que ella no iba a estar, y que le importaba un pito. Total, les dijo, las flores las usaba para seguir caminando.
Y se puso a llorar, porque igual le dolía.
Ella tejía y destejía el crochet de unas revistas Burma que le había traído su abuela, sin saber que así se iba arrugando cada día, y que la fila de pretendientes en la puerta era cada vez más corta. Sus amigas le decían que tenía que salir más, que tenía que olvidarse de El más chiquitito, pero ella no quería saber nada. Ni con sus amigas, ni con nadie. A decir verdad ya no esperaba a El más chiquitito, como tampoco esperaba nada de la vida. Dejaba caer los ovillos sobre sus pies empantuflados y miraba Vh1. Ella sí tenía cable, pero no le andaba el control remoto.
Ella un día dijo basta para mí basta para todos y largó el crochet y se dedicó a viajar por el mundo, cansada de esperar y de tejer chalequitos de lana.
El más chiquitito golpeó su puerta con las flores chamuscadas y nadie le abrió. Sentado en el umbral de la puerta, prendió su última colilla y dejó las flores apoyadas en la pared. Astor, que venía un poco detrás empezó con que yo te dije, y Warsteimer más atrás flasheaba que era Berugo Carámbula y gritaba Alcoyana-Alcoyana.
El más chiquitito dijo que ya sabía que ella no iba a estar, y que le importaba un pito. Total, les dijo, las flores las usaba para seguir caminando.
Y se puso a llorar, porque igual le dolía.
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