martes, 3 de marzo de 2009

Otoño en Mendoza (y Arcos)

Se puso a refugio detrás de un palo borracho florecido, porque verla caminar por la calle le parecía un delito. Llevaba un vestido corto y floreado, y unas sandalias blancas que trepaban apenas por sus tobillos.

Después, se miró las manos pinchadas con las púas del árbol, y la perdió de vista.

Así pasó el resto del otoño, extrañando.

0 comentarios: