miércoles, 24 de septiembre de 2008

Final de juego


Un día hubo que abandonar el camino y regresar a casa. Los viajes no duran toda la vida, las vacaciones necesitan del año laboral, y todos sentimos, a la mitad del viaje, la necesidad de volver.
Así que una mañana despertás con ganas de estar en tu casa usando tu taza preferida para el café con leche y no esa que te prestó un nuevo amigo irlandés.
El viaje de regreso es un mar de sensaciones encontradas. Queremos volver y queremos seguir viajando. Nos gustaría viajar por el mundo y volver a casa por las noches cada tanto.
Pero el camino te aleja de la quietud, y el sillón de casa hace extrañar los viajes.
Volver es pasarse horas mirando por la ventanilla, sin decir nada, sólo pensando.

Y cuando llegás y abrís el bolso sobre la cama, pensás que valió la pena aunque estés en el mismo lugar y con las mismas trampas mentales que antes.
No es que los viajes sirvan para ordenar las ideas, al menos no en mi caso. Los viajes fortalecen la sensación de que los cosas son igual de intensas en todas partes, y que la única diferencia es que un viaje hay carteles que te avisan del peligro y te mantienen a salvo de derrumbes, patinadas, y direcciones equivocadas.

Así es mucho más fácil.

Lanzan un blog que reparte helados derretidos!!!!

Aquí mismo

Palito Bombon Helado

Llevate los primeros que todavía están fríos!!!!!

Tarot

El Colgado representa a un pobre hombre que simula estar naciendo porque cuelga de los pies boca abajo con las manos atadas y sin la menor posibilidad de escapar de su triste destino. Sin embargo, este desdichado cautivo está sonriendo, es más, si se da la vuelta a la carta aparece bailando con alegría. Es el vivo retrato del sufrimiento consciente, de la resignación necesaria para materializar la victoria sobre sí mismo. En definitiva, es la víctima voluntaria de un destino aceptado.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Eloísa



Eloísa cuelga la ropa en la vereda para que se seque al sol, y su casa parece estar adornada por fuera con banderitas de colores. La vereda que también se usa para tomar mates dulcísimos debajo de la parra o para desarmar el lavarropas cada vez que se rompe y tiene que llamar a un hijo para que lo mire.
Eloísa se levanta temprano y camina horas para hacer las compras; necesita estirar cada centavo al máximo, las veces que tiene. Siempre atareada, Eloísa cría a sus nietos rebeldes, como crió a sus hijos, sin quejarse de las durezas que la vida le ha puesto en el camino. El tiempo, dice, jamás le alcanza y por eso nunca se aburre.

Eloísa vive en Villa Madero, y siempre que la visito me recibe secándose las manos y como sorprendida en algo malo. Se toma un segundo para saludarme y enseguida vuelve a su febril actividad, esta vez para preparar un mate saborizado y despertar a su nieto. A mi me gusta ver como se mueve y hace ruido. Sus manos tocan una música llena de ruidos de cacerolas y pavas, que silban con tranquila resignación. Me dice que miro mucho al futuro y que ella jamás se pregunta por nada más allá de pasado mañana. Es la mejor manera de vivir, me dice, y yo entiendo por que me mira fijo para decirlo. Es la única para ella, me doy cuenta.
Habla de sus hijos presos y de los que están por caer, habla de su nieto Emanuel, al que ha logrado sacar de la droga y ahora está haciendo un curso de electricista. Lo exhibe con orgullo, como un trofeo ganado al sistema que le arrebató a los demás. Emanuel se sienta en la cama y comparte el mate con nosotros, ya que la cama es también parte de la cocina. Me muestra un libro evangelista que está leyendo, me dice que no quiere volver al "belgrano". A Eloísa se le nublan los ojos contando el día en que Emanuel salió libre, acaricia una imagen de la virgen de luján, y enseguida se seca las lágrimas y se pone a limpiar la mesa, disimulando una oración silenciosa, antes de cambiar de tema.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Duaca+Blog Porteño #3


Festivales: Del 15 al 19 del corriente se realizará en el domicilio de quien les habla el 1 Festival Internacional de la "Media que falta". Medias sin par, huérfanas y abandonadas, de distintas épocas y orígenes serán exhibidas y rematadas por la organización con el fin solidario de sacárselas de encima. Entrada un alimento no perecedero o cigarrillos para intercambiar por protección.
Efemérides: Un día como hoy, pero en 1812, Napoléon, entraba a Moscú durante su invasión a Rusia, con un sólo guante y la otra mano congelada dentro de su saco.
Cantar Popular: Le pregunté si era chorra o rockera/ Me dijo “Gertrude Stein era re-tortillera"/.
Imprudencia: Poner un disco de Perales y abrir la ventana para que el viento se lo lleve a ella en su terraza.
Saudade: Las figuritas Basuritas ya no se consiguen en ningún kiosko.
Lo importante: No bañarse nunca dos veces en el mismo río.

Cinéfilo y Peronista

Mi amigo Patricio acaba de estrenar otra de sus genialidades. Les recomiendo pasar semanalmente por Cinéfilo y Peronista, su nuevo blog de cine y variedades. El link está acá al costado, y su humor agudo e ingenioso, pero sobre todo absurdo y pequeñamente bizarro hará las delicias de sus lectores.

domingo, 7 de septiembre de 2008

La maquina de Dios o Elogio de la desmesura



Antes de dedicarse a elaborar informes acerca de las mayores o menores posibilidades que tienen los pelirrojos de separarse de sus esposas, o de como las personas que dicen "setiembre" viven menos años que los que dicen "Que esto que lo otro", y ese tipo de cosas, los científicos usaban las jugosas becas gubernamentales no para perder el tiempo en facebook sino para meterse en empresas descabelladas y omnipotentes como encontrar las fronteras del universo, mojarle la oreja al tata dios o desafiar las advertencias de sus tías y jugar con fuego.

Desde el Dr. Frankestein hasta el Dr. Emmet Brown, pasando por todos los villanos del Batman de Adam West, estos prohombres no dudaban en enloquecer y olvidarse de todo para alcanzar un proyecto absurdo y desmesurado, hasta enloquecer o sufrir un accidente.
Todos queríamos ser alguien así en algún momento.

Después, la vida lo distrae a uno de semejantes propósitos y sobre todo del estudio que requiere la ciencia, y finalmente llega a esta edad desconociendo qué es "la tabla periódica" y totalmente abúlico. Gran cosa, a nadie le interesa hacer algo absurdo para dominar el mundo, y todos viajamos un poco más aburridos en el subte.

Pero para alegría de todos los guionistas de cine hastiados, un puñado de valientes aún cree en la desmesura y acaba de anunciar la creación y puesta en funcionamiento de la más moderna "Máquina de Dios", que por lo que entendí es una bestialidad de 23 km de díametro ubicada entre dos países, que simula dentro suyo una especie de Big Bang acelerado para ver como era la movida antes de que eso pase, o apenitas arrancó el mundo. Como una réplica de la creación pero en un galpón inmenso.

A mi me parece un concepto maravilloso. Obviamente sin entender un cuerno que es y para que sirve, pero totalmente a favor de esos trabajos de años y años (20, en este caso) con fines tan inmensos como románticos, y riesgos de dimensiones siderales (aquí, la posibilidad de que se genere un agujero negro que se trague a la tierra entera, gran cosa).
Impecable cobertura de Clarín, con la dosis justa de absurdo:

http://www.clarin.com/diario/2008/09/07/um/m-01755423.htm

http://www.clarin.com/diario/2008/09/07/um/m-01755426.htm


Reflexión post-posteo:
(También creo que la verdadera motivación de todo científico es sufrir un accidente que lo dote de superpoderes, de manera tal que es posible que realicen estas obras disimuladamente, tratando de que en verdad todo fracase a último momento de manera involuntaria para convertirse en un superhéroe encapotado, o más probablemente, un villano teatral y malévolo. Habrá que ver, en esta caso, que giro toma la historia. )

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Fábula de los tres alpinos o como Volver sin cantar tangos

Eran tres alpinos que volvía de la guerra. Astor, el mayor, soñaba con conocer a Darín y refundar juntos el Luna de Avellaneda. Astor no tenía televisión por cable.
Warsteiner, el del medio, quería ir a Amsterdam a comer hongos alucinógenos y sacar fotos torcidas para impresionar a todos en la oficina.
El más chiquito llevaba un ramo de flores. Sus compañeros, pragmáticos y experimentados le dijeron que ella seguramente había conseguido alguien que le cambie las bombillas de luz durante su ausencia, pero El más chiquitito respondía que jamás en su vida había cambiado una bombilla de luz y que le importaba un cuerno ella si lo había cambiado por un electricista matriculado.
Ella tejía y destejía el crochet de unas revistas Burma que le había traído su abuela, sin saber que así se iba arrugando cada día, y que la fila de pretendientes en la puerta era cada vez más corta. Sus amigas le decían que tenía que salir más, que tenía que olvidarse de El más chiquitito, pero ella no quería saber nada. Ni con sus amigas, ni con nadie. A decir verdad ya no esperaba a El más chiquitito, como tampoco esperaba nada de la vida. Dejaba caer los ovillos sobre sus pies empantuflados y miraba Vh1. Ella sí tenía cable, pero no le andaba el control remoto.

Astor cantaba bien y le decía a El más chiquitito que tenían que armar una banda de música country y mudarse a Nebraska. Warsteimer le decía que se olvidara de todo y que se armara uno. El más chiquitito apretaba en su mano las flores que se iban marchitando y caminaba en silencio. A veces silbaba, a veces fumaba colillas de cigarrillo que encontraba por el camino.
Ella un día dijo basta para mí basta para todos y largó el crochet y se dedicó a viajar por el mundo, cansada de esperar y de tejer chalequitos de lana.
El más chiquitito golpeó su puerta con las flores chamuscadas y nadie le abrió. Sentado en el umbral de la puerta, prendió su última colilla y dejó las flores apoyadas en la pared. Astor, que venía un poco detrás empezó con que yo te dije, y Warsteimer más atrás flasheaba que era Berugo Carámbula y gritaba Alcoyana-Alcoyana.
El más chiquitito dijo que ya sabía que ella no iba a estar, y que le importaba un pito. Total, les dijo, las flores las usaba para seguir caminando.
Y se puso a llorar, porque igual le dolía.