iba caminado por la calle y me encontré conmigo mismo que venía en otra dirección pero caminando hacia atrás. Me dijo (me dije):
- soy el escarabajo mudando la piel, soy el frutillar de las rodillas mendocinas, soy la transpiración de una botella de coca, soy el que perdió su piedra pero la sigue empujando. Me asomo al volcán para ver porque no explota, me lloro abajo de un sauce, me escondo adentro del horno, me deshojo como un cuaderno Gloria 24 hojas rayado.
pensando que eran carne de mi carne, engañado. Las primeras fueron directo a mi estómago, y no hubo jarabe que las aflojara y amaninara mi tormento. Las otras, mas pequeñas, fueron a mis pulmones, y cada tanto asoman por mi garganta, dejándome sin respiración.
El hecho es que ahora cada vez que tengo hambre me lloran los dientes. Y las piedras, dentro mío, se quejan (con más razón todavía), me incriminan y amenazan con hados malditos por tres generaciones.
Por eso decidí, dadas las circunstancias, dejar de comer, y listo el pollo.
Dediqué el fin de semana a la construcción y armado de los siguientes elementos, dentro de las posibilidades geométricas de mi apartamento de 2 ambientes:
- Un garaje
- Una sala de TV
De esta manera, no sólo se duplica la cantidad de ambientes sino que, misteriosamente y desafiando las leyes de la lógica matemática, también se duplica el espacio del apartamento todo.
(próximamente fotos y testimonios de testigos sorprendidos por semejante cachetada a la física y el diseño interior)
Donde antes había una emisora de radio, con programas, opiniones e invitados, hoy hay una señal que solamente pasa música.
Ni propagandas, ni flashes informativos, ni conductores cancheros.
Los domingos la prendo temprano, para que sirva de suavizante al café con leche y al diario.
Al tiempo, empecé a descubrir algún criterio de repetición entre los temas que pasaban. Algunos que me gustaban, y que nuncajamás había podido oír en otra radio.
Más tarde pude hacer un relación entre estas canciones que conocía y la hora del día en que las pasaban. Me dí cuenta que mientras The tide is high viene a la tardecita, The passenger pasa a la mañana, temprano. Y así.
Hoy no fui a buscar el diario. Juegan giles contra giles y no quiero saber nada de ese supermarketing, total, ya tengo bastante con mis propios giles, los fundamentalistas del sufrimiento. Así que encendí la radio y -café en mano- volví a la cama. El sol entraba por la persiana haciendo rayitas en la pared, y el café, más el humo espeso, eran toda la compañía necesaria.
Pasaron un par de horas (o minutos), y decidí levantarme.
Estaban pasando Who loves the sun y me di cuenta que era la hora de almorzar.
(fragmento) Ceder ante el frío polar que recorre el espacio entre la piel y los huesos es algo que ya sabés que suelo hacer. Y por culpa de eso, ahora que necesito todo, que la vida me ha mostrado su costado idiota y absurdo, que el teléfono sonó de madrugada con un aire de pena irremediable tan fuerte que de sólo oírlo, ya lo sabía. Y que ahora que estoy fumando en la ventana, tratando de acomodar las piezas de esa injusticia que es la vida y me falta tu abrazo y me falta todo, no puedo más que odiar aquella escarcha del alma, esa que nunca me pude quitar, y que me alejó, irremediablemente, de vos.
Esa maldita y autodestructiva manía, que ya no quiero más.