martes, 29 de junio de 2010

una moneda amigo

Egresaba yo de la boca del subte (las manos dentro del abrigo, la mirada perdida), cuando se presentó ante mí un hombre de la tercera edad, con aires de tanguero y fachas de linyera.  No parecía tener otra intención que la de solicitarme una moneda para comprar algún vino más, actividad que en nada reprochaba y que estaba dispuesto a financiar con total altruismo, cuando me detuvo con un gesto de policía de tránsito y elocucionó lo que luego se conocería en todos lados como La Interpelación del Linyera Anónimo.

Linyera Anónimo: Un segundo, oh muchacho que adusto desciendes del subterráneo. Detened vuestra marcha tan sólo un segundo. ¿Acaso nada se detiene ya en este mundo terminal? ¿Acaso los quejosos goznes de la noria invisible que hace girar al planeta "la tierra" no abandonarán jamás su afanoso trajín? Déjeme decirle una cosa, muchacho de gesto cansado y paciencia breve: Todo se detiene algún día. Su propio caminar, su intento desvergonzado de esquivar mi elocución, todo se detendrá un día. Así que ¿Por qué no detenerse un segundo ahora para escuchar a este viejo divagar? No diga nada, ya se: Usted considera no tener tiempo para jugarlo a la taba conmigo. Discúlpeme si me río, joven (se ríe)... ¿Usted no tiene tiempo? ¿Y cómo sabe eso? ¿Cómo sabe cuánto tiempo tiene o deja de tener? Hágame el favor! (aquí hago mi primer y único intento por hablar, el cual fue inmediatamente silenciado por el Linyera, quien luego de secarse las lágrimas de los ojos con un pañuelo ceniciento, continuó su monólogo). El tiempo es algo que no se tiene nunca, ¿o no sabe acaso que tal vez ahora mismo el mundo es capaz de pincharse como una pelota de fútbol en cualquier momento? El tiempo no le sirve para nada. Es algo tan zonzo "no tengo tiempo" que cuando lo escucho me dan ganas de tirarme a un pozo. ¿Qué les enseñan a ustedes en la escuela? ¿Acaso se puede tener el tiempo? ¿Se puede guardar, ahorrar, coleccionar, clasificar, encerrar? ¿Se piensa que se puede comprar y vender? ¡Por favor, muchacho! Jamás en mi vida vi un razonamiento tan obtuso como el suyo. ¿Estudió usted en una escuela por correo? Bah! Lo mismo da, no creo que su púber mentalidad pueda digerir este revuelto, así que lo dejo ir, y por favor, ahórrese el billete ese (yo hacía ademán de entregarle una propina) que no es otra cosa que un papel pintado.
Me dejó parado en la esquina, mientras lo miraba ir y revisar la basura en un canasto de hierro vecino. Miré el reloj y me di cuenta que llegaba tarde. Pensé que no tenía tiempo, y al rato, me di cuenta que eso era estrictamente cierto.


Pd. Le conté esta historia a mi tortuga, y me reprochó el tono recargado del linyera, y el ánimo taciturno o excesivamente melodramático del protagonista. Como siempre, antes de volver a su sueño invernal, tenía razón.

1 comentarios:

Pablo dijo...

Pensaba dejar un extenso comentario sobre un sinfín de cuestiones, pero no tengo tiempo.
hermosa sabiduría de linyera nos regalaste