Arrancó como para ser el diez de tu equipo, para llenarte las paredes con sus fotos, para embriagarte el celular a mensajitos nocturnos.
Pero la realidad, ese monstruo callado, fue cambiando las cosas. Y ahora se siente como un jubilado haciendo fila, esperando para cobrar algo que (ya sabe) nunca le va a alcanzar.
Empezó como para descorchar champagne, y ahora se siente el fondito de la coca, ese que a lo sumo guardan en la heladera unos días más, hasta que ya no de lástima tirarlo.
1 comentarios:
ahh, tantas veces...
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