miércoles, 17 de agosto de 2011

milagros inesperados

Estaba quitándole el sarro a la pava, y de tanto frotar se manifestó El Genio. 
Me ofreció, gratuitamente, la concesión de un deseo.
- ¿Lo que yo quiera?- le pregunté.
- No, hay que elegir entre los que figuran en esta lista -me respondió, acercándome un hoja de cuaderno gloria escrita en birome. 
Había solamente dos opciones. 
Así que después de pensarlo bien, le pedí el sándwich de mortadela y queso, y desapareció.



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