Silver José, uruguayo, 35 años, regresa de una incursión al supermercado chino munido de un fernet branca, y al llegar a la puerta de su casa se la encuentra, ahí parada.
La muerte, fumando un cigarrillo, el codo apoyado en el canasto de la basura, lo está esperando.
La muerte, fumando un cigarrillo, el codo apoyado en el canasto de la basura, lo está esperando.
Silver José la reconoce de inmediato. La muerte apaga el cigarrillo (lleva mocasines) y le dice, marcando bien las palabras, como un niño que memorizó lo que tiene que comprar en el almacén:
- He venido para llevarte conmigo.
El uruguayo ni se inmuta. Escupe al piso, se pone las manos en los bolsillos, y finalmente, con un tono cansino, responde:
- ¿Todas las noches lo mismo?
1 comentarios:
Gran tipo ese Silver José. Lo digo porque conozco unos cuantos miserables que a la hora de encontrarse con la muerte miraron para el sudeste poniendo cara de intelectuales trágicos. Creo que la muerte los ignoró y siguió de largo. Y ahora la andan buscando. ¡Alpiste!
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