Un día hubo que abandonar el camino y regresar a casa. Los viajes no duran toda la vida, las vacaciones necesitan del año laboral, y todos sentimos, a la mitad del viaje, la necesidad de volver.
Así que una mañana despertás con ganas de estar en tu casa usando tu taza preferida para el café con leche y no esa que te prestó un nuevo amigo irlandés.
El viaje de regreso es un mar de sensaciones encontradas. Queremos volver y queremos seguir viajando. Nos gustaría viajar por el mundo y volver a casa por las noches cada tanto.
Pero el camino te aleja de la quietud, y el sillón de casa hace extrañar los viajes.
Volver es pasarse horas mirando por la ventanilla, sin decir nada, sólo pensando.
Así que una mañana despertás con ganas de estar en tu casa usando tu taza preferida para el café con leche y no esa que te prestó un nuevo amigo irlandés.
El viaje de regreso es un mar de sensaciones encontradas. Queremos volver y queremos seguir viajando. Nos gustaría viajar por el mundo y volver a casa por las noches cada tanto.
Pero el camino te aleja de la quietud, y el sillón de casa hace extrañar los viajes.
Volver es pasarse horas mirando por la ventanilla, sin decir nada, sólo pensando.
Y cuando llegás y abrís el bolso sobre la cama, pensás que valió la pena aunque estés en el mismo lugar y con las mismas trampas mentales que antes.