miércoles, 25 de noviembre de 2009

Siberia






Es una extensión blanca como una sábana de hospital privado, como una media de propaganda de jabón en polvo, como el amanecer en un psiquíatrico.
Si te parás a esperar la noche, agarrás y te morís.
Si te quedas quieto, te ataca un perro siberiano, o su dueña, que es peor.
Si mirás al cielo, si mirás, esa pecera gigante y oscura, te das cuenta en seguida: no hay señal de celular.

A lo lejos se escucha, entre el aullido de los lobos y el canto alegre de los fabricantes de hielo (y los demás desterrados) la bocina de un tren fastamal, que lo mismo puede estar llegando a buscarte que dejándote olvidado.

También hay gente bailando, en el exilio. Que a unos les rompe el alma, y a otros, los olvidados, los poetas borrachos, les sienta perfecto, mientras escriben poemas malditos con una carbonilla en la nieve. Hicieron un fuego, quemando sus propias ropas, y ahí estan, recordando cuando eran felices, fumando despacito los porros del amanecer. Hasta que la nieve blancura absoluta los venga a despertar otra vez.

3 comentarios:

Pablo dijo...

Muy bueno juan

Anónimo dijo...

siberia en mi cama
siberia en la habitacion
siberia en tu mirada
siberia en tu corazon

Anónimo dijo...

siberia n' haski