jueves, 19 de junio de 2008

Lluvia


Ves esta escena (viajando en un tren azul y blanco, una tarde de lluvia, parado contra una ventana grande y llena de gotas que recorren el vidrio. Es un tren muy lindo, tiene las mejores ventanas, y vos pensás que es el mejor lugar para ver pasar la vida. Llevás el montgomery empapado, las manos en los bolsillos, la mirada perdida afuera. La estación es de una película londinense, tenés ganas de conocer a alguien en el tren atestado para poder hacerle este mismo comentario, pero no encontrás a nadie) y entonces pensás que es posible todavía llevar una vida con regular hermosura, pese a la soledad y a las noches de invierno en que fumás en la cama hasta que escuchás pasar los primeros trenes de la mañana por la estación cercana a tu casa. Ves esta escena desde el refugio parcial que te da el toldo de un pequeño negocio de flores en medio de la lluvia, esperando en principio el semáforo para poder cruzar a tu casa. Las flores tienen más color cuando llueve, las violetas se oscurecen, las margaritas se ponen de un amarillo intenso, y las alegrías del hogar se ponen tan bien que te gustaría llevarte todas a tu casa para poder mirarlas desde la ventana del balcón, ver como la lluvia las mece levemente, como te parece que se divierten como chicos con un regador en verano. El semáforo pasa y te das cuenta que te olvidaste de cruzar, tan embelesado estabas con la tristeza de un jueves con lluvia. También, que sin pensarlo estabas tratando de sacar un cigarrillo del paquete que tenías en la mano, y lo prendés finalmente cuidándolo del viento con tu abrigo. Sabe rico, siempre saben rico los cigarrillos que se fuman en el momento exacto, y éste lo fumás con las manos en los bolsillos, pitando despacito. El viento sacude algunas ramas y una pequeña cantidad de gotas de lluvia caen encima tuyo, dejando un brillo plateado en las partes del montgomery gris en donde aterrizaron. También tu cigarrillo se fue mojando y hay que volver a encenderlo. Del negocio sale una señora con una planta envuelta en papel de diario, y detrás de ella se asoma el chico que atiende la florería. Con él llega la música de la radio, y un pedido de puchos, al que accedés como buen fumador. La música es Artic Monkeys, y pensás que es ideal para el clima que hace. El chico te dice algo asi como que está para dormirse una siestita.
Y ya en tu casa, con la persiana abierta para ver el cielo gris a través del vidrio humedecido, como si miraras desde dos ojos llorosos, tapado con la frazada a colores que tejió tu mamá en una actitud super cool, pensás de vuelta en esa música, en el tren, en las flores de colores y cerrás los ojos pensando que como outsider sos bastante mediocre, y que decididamente, te gusta más la lluvia que el sol.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

tengo la camisa negra...