jueves, 3 de abril de 2008

Sufrir como Dios manda, pero tampoco la pavada



Sufrir lo justo y necesario para justificar un poema. Sufrir para mostrar cicatrices diminutas en bares y que no valgan un trago.
Sufrir porque se sufre pero intentado evitarlo, sin estar orgulloso ni triste ni nada. Así es la vida. Pequeños sufrimientos exagerados.

Ir a trabajar afiebrado, y no poder faltar porque es el primer día. Volver y que llueva y que no haya subtes.
Que se de vuelta el paraguas, tirarlo en un volquete naranja.
Y volver sin apuro porque nadie espera tu urgencia con una taza caliente al final del abrazo.
Y frenar en una vidriera, y pensar que aquello que exhiben te encantaría.
Pero no poder decirlo.

2 comentarios:

SP dijo...

Excelente eso de sufrir lo justo y necesario para justificar un poema.

Habría que ver qué clase de poesía uno escribe, en todo caso.

Anónimo dijo...

Sentirme la más solitaria del mundo cuando todos cantan y yo no tengo qué.
Nana